Capítulo 21 la villana detiene el reloj de arena

Capítulo 21

Cuantas más preguntas hizo John, más ambiguas se volvieron las respuestas de Lowell. Las pupilas de sus ojos, que acababan de verse vidriosas, ahora estaban vivas y su postura torcida estaba mejorando. Solo las débiles mejillas rojas podían hacer que John adivinara la cantidad de alcohol que Lowell había bebido.

John no notó ninguno de esos cambios porque quería obtener información, y cuando sus preguntas llegaron a su fin, Lowell anunció el final de su reunión.

-Es casi la hora de mi turno. Lo siento. Te veré de nuevo-

-Es una pena. No te había visto en mucho tiempo.-

-Yo también lo creo. Había pasado un tiempo y lamento que haya terminado así-

Los dos hombres, que se habían levantado de sus asientos, se despidieron frente a la puerta principal del Palacio Imperial.

Cuando John, con los hombros caídos, estaba a punto de darse la vuelta y marcharse, Lowell lo tomó por el hombro y le aconsejó en voz baja

-Te recomiendo que ya no preguntes por Su Alteza-

-… Ya veo .-

El consejo de Lowell fue apreciado, pero John no pudo seguirlo. Eso fue porque pensó que Aria, quien tenía su futuro en sus mano, era más aterradora que el Príncipe Heredero, a quien nunca había visto antes.

Incapaz de regresar, John se dirigió al casino por si acaso. Estaba pensando que la gente allí podría haber visto algo. El casino estaba ubicado cerca del barrio de los plebeyos, un poco lejos del Palacio Imperial. Eso fue porque la principal fuente de ingresos para el casino era el dinero de los pobres plebeyos.

El edificio que había comenzado como una pequeña casa de juego había crecido a medida que el dinero ingresaba gradualmente, y ahora, era un gran edificio con luces que eran claramente visibles desde muy lejos.

Por supuesto, eso había sido antes del incidente con el vizconde Lupre. Ahora, ese enorme edificio estaba teñido de negro. Las calles se volvieron cada vez más oscuras mientras se dirigía hacia el edificio, por lo que era incapaz ver algo sin una lámpara, John sacó una lámpara portátil de su abrigo y la encendió.

Miró a todos lados y lo hizo meticulosamente, preguntándose si hiba a poder encontrar algún tipo de información . Había piezas raras de vidrios rotos y cajas desmoronadas, pero no encontró signos del Príncipe Heredero.

Había pasado mucho tiempo desde que se había inclinado para buscar rastros como ese, pero cuando miró a su alrededor, vio una tienda familiar.

Es la tienda general.

Era la tienda general en la que habían entrado para recuperar el reloj de arena. Al ver que las luces estaban apagadas, pensó que podría estar cerrado. John recordó lo que Aria había dicho la última vez.

Ella dijo que el dueño no podía usar el boleto de la subasta. ¿Cómo lo supo Lady Aria?

Ella había dicho que los rumores sobre el vizconde Lupre habían estado circulando, pero no había habido tales rumores en el imperio. Había preguntado por ellos por si acaso. Se había preguntado dónde había escuchado esos rumores, que nadie sabía.

John, por si acaso, se dirigió hacia la tienda general. Parecía cerrado, pero el viejo podría estar adentro. Algunos plebeyos solían construir habitaciones pequeñas detrás de sus tiendas y las usaban como alojamiento para establecerse. John contaba con eso. No sabía si el viejo le diría algo, pero el ya lo conocía. Como la tienda general estaba cerca del casino, tal vez el habría visto algo.

-¿Hay alguien aqui?-

Llamó a la puerta del almacén general cerrado varias veces, pero no había señales de movimiento.

¿Fueron mis esfuerzos en vano?

Aún así, sintió pena por eso. Después de tocar la puerta un par de veces más, escuchó un chirrido en el interior seguido de pasos.

-¡No esta abierto!-

-Estoy aquí para preguntarte algo. Te dare cincuenta chelines si contestas.-

¡Traqueteo!

La puerta estaba abierta y la cara oscura del anciano se asomó por la puerta. El viejo había abierto la puerta solo lo suficiente para hacer visible la mitad de su rostro y extendió la mano por la abertura. John sacó cincuenta chelines de su bolsillo y lo sostuvo en su mano. El viejo le preguntó por qué sentía curiosidad después de verificar si la cantidad era correcta.

-No seas demasiado cauteloso. La última vez, te visité como invitado.-

-¿Has venido a verme antes?-

El viejo miró a John de pies a cabeza, pero ladeó la cabeza si John no era memorable. De repente, los ojos del viejo se abrieron cuando John dijo que había estado con la señorita que vino por un reloj de arena.

-¡El boleto de la subasta!-

-¿Lo recuerdas? Soy uno de los caballeros que acompañó a nuestra señorita en ese momento.-

-Ah, ya veo. Por favor entra.-

El viejo abrió con gusto la puerta y dejó entrar a John. Le hizo un poco de espacio y le dio una taza de té. John aceptó esa hospitalidad.

-Escuché a la dama y vendí mi boleto de subasta. Entonces, afortunadamente, pude mantener mi tienda. Tuve que devolver las ganancias porque había comprado el boleto con dinero prestado-

-Eso es bueno.-

-¿No viniste con la dama?-

-Oh, es personal-, respondió John con un bostezo.

Se había quedado sin energía al escoltar a Aria desde la mañana hasta la tarde. Después de eso, se encontró con Lowell y bebió con él, y más tarde, continuó su búsqueda de rastros del Príncipe Heredero.

Puede ser porque fue un día duro, pero John tenía mucho sueño. Trató de alejar con prisa el sueño tragando el resto del té, pero de alguna manera, sus ojos se sentían cada vez más pesados. John trató de pedirle al viejo, que había seguido hablando, un poco de agua fría, pero pronto ni siquiera pudo pronunciar palabra alguna.

-¿Estas dormido? ¿Hola?-

-...-

El viejo abofeteó a John en la mejilla varias veces para asegurarse de que estaba realmente dormido y encendió todas las luces de la tienda general. Poco tiempo después, la puerta se abrió con un chirrido y entraron algunos hombres.

-Me pediste que te hiciera saber si alguien sospechoso apareciera al encender todas las luces, así que lo hice, pero ... no se despertará por un tiempo-

dijo el anciano, frotándose los dedos.

Un hombre de pelo negro asintió con la cabeza. Estaban cerca de donde el vizconde Lupre había desaparecido, por lo que los comerciantes alrededor del casino habían sido convocados y se les dijo que avisaran al hombre de inmediato si aparecía alguna persona sospechosa.

Resultó que John no tenía nada que ver con el vizconde Lupre, pero el que hizo el informe recibió una recompensa. La verdad es que el viejo no había escuchado a Aria y no había vendido su boleto de subasta, por lo que silenciosamente acusó a John para compensar los daños en los que había incurrido.

-Comprueba su cara-

Alguien en la multitud identificó la cara dormida de John por orden del hombre. El hombre que revisó sacudió la cabeza para revelar que no era el vizconde Lupre. En cambio, otro nombre salió de su boca.

-Éste es John. Una vez trabajó conmigo como caballero. Lo conocí mientras trabajaba con nosotros durante años, pero recientemente los Roscents lo contrataron -

-La familia del conde Roscent ...-

Había una figura en la mente del hombre de cabello negro. Era la figura de una niña con cabello rubio. Ese día, la recordó saliendo de la tienda general y viajando en un carruaje con el sello de esa familia.

La había olvidado porque no pudo arrestar al vizconde Lupre. 

¿Dijeron que se llamaba Mielle?

Le había aconsejado al viejo como si supiera lo que le sucedería. Y por esa razón y porque ella había dicho que los rumores ya se habían extendido, el hombre de cabello negro se apresuró a atacar el casino, desafortunadamente el vizconde Lupre había escapado debido a su plan incompleto.

No había pensado en encontrar a la niña después de su inesperado fracaso, pero cuando se encontró con el caballero de los Roscents nuevamente, pensó que debería hacerlo.

-Investigue al conde Roscent y si tuvo algo que ver con el vizconde Lupre-.

El conde Roscent podría haber estado involucrado en el asunto, ya que sería difícil para una niña encontrar la información por su cuenta.

-¿Qué quieres que haga con este chico?-

-Déjalo en paz. Cuantos más rastros dejen, más fácil será atraparlos -

El hombre miró el rostro de John durante mucho tiempo, tratando de grabar su rostro en su mente. Luego, se volvió al oír un grito lejano, desapareciendo para buscar el paradero del vizconde. Tenía que descubrir qué había causado ese desastre.



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